El hidrógeno verde como alternativa al gas sigue generando incertidumbre
La Unión Europea ha estado interesada en el hidrógeno durante mucho tiempo, pero el gas natural era la opción de transición energética más sensata.
La necesidad de encontrar nuevas soluciones energéticas para la descarbonización de la economía, acentuada por el deseo de la UE de desvincularse de los hidrocarburos rusos, convierte al hidrógeno verde en una excelente alternativa al gas natural, aunque su puesta en marcha plantea ciertas dudas y problemas técnicos. Cada vez se habla más que éste puede suplir parte de la necesidad del gas natural y desempeñar un papel destacado en áreas difíciles de electrificar, como los procesos de alta temperatura en las industrias química y siderúrgica y el combustible para camiones o barcos.
Obstáculos
A pesar de la urgencia de la UE por incorporar esta tecnología, existen diversos obstáculos que se deben sobrepasar. En primer lugar se encuentra el mayor coste de generación utilizando energías renovables y el mayor coste de las redes de distribución ya que el hidrógeno se debe enfriar y comprimir.
Otro inconveniente con respecto al transporte es que España quiere aprovechar al máximo los once mil kilómetros de gasoductos que tiene en la península, mientras estudia futuras interconexiones para llevar hidrógeno desde África y la península ibérica hacia el resto de Europa. Pero, transportar el hidrógeno por gasoductos concebidos para gas natural provocaría fugas, y el hidrógeno aislado desencadena reacciones químicas que potencian otros gases de efecto invernadero.
A esto se suman la baja eficiencia en la transformación de la energía a partir de la electrólisis y los altos requisitos de seguridad para evitar accidentes ya que el hidrógeno es un elemento muy volátil e inflamable.